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lunes, 25 de julio de 2011

I´m back!!

¡¡Buenas a todos!!

Ya he vuelto de mis vacaciones (una lástima) pero estoy a tope para ir actualizando el blog de forma habitual como siempre ;-).

He estado una semanita en Tavernes de la Valldigna, en Cullera, en Valencia... he comido un montón, me he puesto morenita, me lo he pasado genial en la playa y en la piscina. Echaré de menos los helados:


 Este era de mango y limón, ¡estaba delicioso! :-P



En Valencia nos lo pasamos genial, fuimos al Oceanográfico que era mi ilusión más grande, y fué maravilloso. Jamás se me olvidará, estaba todo limpísimo y los animales muy bien cuidados, ¡y pude ver un pez luna!, tenía ganas de ver una desde que jugué al "Endless Ocean" de Wii, era más grande de lo que esperaba. Cada dos por tres se veían buzos limpiando y sifonando el fondo de los acuarios o limpiando las rocas, me gustó mucho ese detalle.
Los pasillos que iban sumergidos eran espectaculares, me gustaron mucho aunque pasaba rápido por ellos porque estaban demasiado masificados, y como iba con el bolso me daba un poco de mal rollo.

Debo admitir que en general, Valencia me impresionó mucho, es muy bonita y la gente es super agradable.


La lástima es que todo lo bueno se acaba, y el viernes 22 tuve que coger el AVE para volver a Madrid. Era la primera vez que viajaba en un tren de alta velocidad, estaba muy emocionada. Así que cuando por fin encontré mi sitio, escogí sentarme en la ventanilla, no quería perderme la sensación de velocidad. Poco después se acomodó el viajero que se sentaba a mi lado, en la zona del pasillo. Era un hombre con su niña de 3 años y  medio. 
Yo como siempre, me encontraba en mi planeta, con mi idea bucólica de un tren de alta velocidad, alimentada por las historias de misterio que tanto me gustan. ¿Sucederá algo? quizás un grito en la lejanía, algo emocionante quizás.
Pero me había tocado un acompañante hablador con su niña pequeña que se sentaba en su regazo. Me presentó a su hija que se llamaba Idoia. Me habló sobre él, me enseñó fotos de su perrín, de su hija en la feria medieval. Yo le enseñé las fotos de mis perrines también. Después de finalizar la conversación inicial, saqué mi mp3 decidida a concentrarme en el paisaje y pensar en mis tonterías, ya que nada emocionante iba a ocurrir. 
Ahí el buen hombre empezó a sacar de una bolsa chorizo, queso en barra, hojaldres con queso, patatas fritas... no le faltaba de nada. El olor a queso del peleón me mareó un poco, aunque debo decir que el hombre fué de lo más amable; me ofreció de todo. Al final acepté una patatuela, porque sí que me estaba entrando gusa. Me pareció admirable lo mucho que se preocupaba de su niña, que no le faltara de nada, y siempre pendiente de ella. 

Después de una hora, sin embargo, me veía en la necesidad de sacar el cómic del "Esclavo de la rosa" para contrarrestar los efectos de dulce familiaridad glaseada con amor, pero me pareció poco apropiado, así que desistí. 

Seguí escuchando música hasta que ocurrió algo: una maleta de las que se colocaban en la parte superior de cayó con el traqueteo y le dió de lleno en la cabeza del pobre hombre. Un desgraciado unas pocas filas más atrás se echó a reír y a aplaudir. La maleta parecía pesar un quintal, así que se hizo daño de verdad. 
En seguida apareció la dueña de la maleta, una mujer situada una fila mas adelante en diagonal, que parecía francesa, se disculpó de mil maneras, y se puso a limpiar el suelo ya que del golpe al hombre se le derramó la coca cola por todas partes. Me enseñó la frente por si se había hecho sangre, le dije que no, pensando para mis adentros que se trataba de una de esas personas afables y cercanas que si notaban algo en la nariz era capaz de enseñarte las fosas nasales, sólo para comprobar que en realidad ahí sólo había pelos.

Le vigilé a la nena mientras él iba a lavarse la cara, me sentí en cierto modo culpable, por si el incidente lo había provocado yo con la mente o algo, o por desear que ocurriera algo emocionante en el trayecto.Aunque también agradecí no haberme sentado yo en el lado del pasillo.


Ya cuando volvía le vi detenerse a explicar a dos tipos que parecían estadounidense, porque eran del tamaño de un armario empotrado, lo que había ocurrido. Estaba claro que ese hombre podía hablar con cualquiera, daba igual el idioma, el caso es hablar. 
Una vez se sentó, empezó a conversar con la mujer de la maleta, que también tenía una niña pequeña llamada Isabella, de 19 meses. Agradecí que la conversación se trasladara a ese lado, y a mí me dejaran escuchar mi música. El tren iba a 298 km/h, pero deseaba que fuera más rápido, tenía ganas de llegar ya, y aún olía demasiado a queso. En los viajes me gusta escuchar música, no hablar, aunque mi interlocutor fuera tan amable y cercano.

Con unos 3 minutos de retraso llegamos a la estación de Atocha, donde me encontré con mi madre, y nos fuimos a comer unas hamburguesas y helado. Después dimos un paseo y fuimos a tomar el bus de vuelta a Segovia. Sin duda, fué un viaje interesante.


Ya en casa, un visitante del tamaño de un dinosaurio me recibió en mi habitación con un "hola". Me giré y vi esto:



Sin duda no esperaba mi regreso, ya que había empezado a hacerse la telaraña, era tan grande que le veía los ojillos de fastidio que sin duda decían "adiós a la habitación gratis, tsk", a lo que yo respondí con un típico pero natural: "¡¡¡MAMAAAAAAA!!!",  quien dió buena cuenta de ella xDDD.

viernes, 15 de julio de 2011

Parada por vacaciones

Me voy a ir de pingo así que no actualizaré el blog por más de una semana. Playita, sol, helados, calamares... ¡¡me lo voy a pasar genial!!

Nos leemos a la vuelta ;-)